lunes, 27 de febrero de 2012

DE UNA VEZ Y PARA SIEMPRE


                                                                                   
Sección: Pensamientos Fundamentales en Nuestra Vida Diaria
           

Por Serafín Alarcón Carrasquillo/Noticias Sur P.R.

Mat 9:20-22 - Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva. Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora.

Hablaba con una hermana que padecía de cáncer terminal en el pueblo de Juana Díaz. Me decía que esperaba un milagro como el que había hecho CRISTO con la mujer de este relato. Igual, había gastado todo lo que tenía en exámenes y tratamientos. Admiro su fe, como admiro la fe de la mujer de flujo.

Una de las historias más conmovedoras de los milagros del Salvador es la que tenemos ante nosotros hoy. Una mujer en profunda necesidad y sin esperanza, pensó que la virtud de Cristo saldría con el mero hecho de tocar el borde de su manto. Su necesidad acompañada de fe provocó el milagro por tantos años anhelado. Cristo, sin su conocimiento o directa voluntad operaba este milagro dejándola completamente sana. Por otra parte, la generosidad de Jesús, y su sorpresa nos deja entrever esa misteriosa dualidad de ser hombre y al mismo tiempo Dios. Sorprendido como un hombre, hace un milagro como Dios.
                     
Y es que amados hermanos, la miseria de aquella pobre mujer debía ser sustituida por la misericordia y la piedad de un Dios omnipotente. No conocía a CRISTO personalmente, pero había escuchado tantas historias de él. Era su desesperación tal, que se propuso hacer algo cuestionable tal vez para algunos. Su condición de impureza y vergüenza no le impidieron allegarse al Maestro. - "Sólo tengo que ponerme donde pueda al menos tocar el borde de su manto.”- Con fe se decía.

Entonces, lo inesperado… La omnisciencia de Dios en CRISTO operando un milagro inadvertido para todos los que estaban allí. Después de que ella había sido sanada, se regocijó con temblor. Se alegró de que la virtud en Jesús hubiera trabajado un milagro en ella. Sin embargo, temía ser descubierta por él y los presentes. Poco sabía ella comprender la plenitud de su amor. Sabes, a veces pienso cuando leo esta maravillosa historia, lo inmenso del amor de Dios para cada uno de nosotros. No tendremos nunca claro las profundidades de su infinito amor a pesar de nuestra condición pecaminosa. Solo sé con certeza que Él es demasiado bueno para no hacer que nuestras vidas sean impactadas de forma sobrenatural. Un Dios así, ¿Quién en el universo le podría igualar?

Mas, eso es lo maravilloso de esta historia. A pesar de su pobre conocimiento en asuntos de dogma y religión, al fe de esta mujer y la gracia de CRISTO la salvó, y la salvó de una vez y para siempre.

(El Autor es Misionero y Director de los Ministerios Tablitas del Señor y la Primera Iglesia Virtual).

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